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A Sonetos

      NUNCA LO SABRAS

 

Todos los días cuando me levanto,

y tengo la dicha de saberte cerca,

aunque nos separa una simple puerta

con mi pensamiento, siempre la traspaso.

 

Y llego hasta a ti vestida de blanco,

lindo traje largo, con velo y corona.

Y en tu semblante la dicha se asoma,

porque soy la novia que tú quieres tanto.

 

De pronto yo vuelvo  a esta realidad

de saber que nunca me podrás amar,

porque tienes dueña y ella es mi amiga.

 

Por eso me marcho, ese es mi deber,

te dejo el soneto que acabo de hacer,

aunque no sabrás que tonta lo escriba.


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