ESCUCHA

NUESTRO ENCUENTRO

Te conocí ¿recuerdas? un día viernes santo,
y en aquellos instante no pude sospechar
que tus ojasos verdes, llenos de amor y encanto
me robarían la calma sin poderlo evitar.

Pasaron varios días, me decidí a llamarte
hablamos simplemente casi lo prudencial.
Fue transcurriendo el tiempo, no volví a molestarte,
pero el destino quiso ¡volvernos a encontrar!.

Y por segunda vez, miré tus ojos verdes,
tus grandes ojos verdes que no podré olvidar,
Y en más de una ocasión espero que recuerdes,
que tus divinos ojos me han hecho hasta llorar.

Porque al mirarlos veo la inmensidad de un mundo
de imposibles distancias que no podré saltar.
Y en sus claras pupilas ese abismo profundo
en el cual voy cayendo ¡sin poderlo evitar!

Divergen nuestras vidas, también nuestros destinos,
nos encontramos tarde para sembrar amor.
¿Por qué entonces luchar en contra de un destino,
que nos cierra sus puertas sobrándole razón?

Tarde nos conocimos y a tiempo he comprendido,
que lo mejor que hacemos por el bien de los dos.
Es torcer el sendero que una tarde emprendimos,
y olvidar ¡si es posible! nuestra historia de amor.